martes, 17 de julio de 2012

Una mente brillante no se define sólo por un gran éxito en los estudios.

 Más allá de las buenas notas, pesan otras cualidades | Creatividad, tenacidad y resistencia al fracaso distinguen a la persona brillante | Ambiente propicio. El intercambio de ideas y la ausencia de dogmas despiertan la mente | Indican que una persona se esfuerza, es disciplinada y posee cierto talento.

La matriculación universitaria comenzó ayer en Catalunya y, con ella, una nueva etapa en la vida de miles de jóvenes. Algunos empiezan en la educación superior con buen pie: entrarán en la carrera que de verdad desean. Otros, por nota, tendrán que conformarse con una segunda o tercera opción. Aquí se observa ya una de las ventajas de obtener buenas calificaciones: facilidad para elegir estudios. O para conseguir becas, como ocurre con el centenar de jóvenes que lograron un mínimo de nueve puntos sobre diez en el expediente de bachillerato. Son estudiantes de sobresaliente que no tendrán que pagar la matrícula este año, un premio a sus buenos resultados académicos.

Las expectativas puestas en estos alumnos de sobresaliente siempre son altas. A menudo se espera de ellos una carrera profesional fulgurante o grandes logros en el campo del conocimiento al que se dedican. Pero conseguir notas muy buenas no siempre es indicador de poseer una mente brillante, señala el científico y divulgador Jorge Wagensberg. "Las calificaciones excelentes señalan algunas cualidades de la persona que las obtiene, como voluntad, tenacidad y cierto talento, pero no son condición necesaria ni suficiente" para ser una persona brillante. El escritor japonés Haruki Murakami relata en su libro De qué hablo cuando hablo de correr su mediocre paso por la universidad. Como mediocre fue también su vida en el instituto. No destacó por nada bueno ni por nada malo. Fue un estudiante del montón. Unos años más tarde, sin embargo, se convirtió en un escritor de culto. Algo parecido le ocurrió al físico de partículas Alan Guth. Este afirmaba que nunca había hecho "gran cosa", según recoge Bill Bryson en Una pequeña historia de casi todo, hasta que en 1979 propuso la teoría de la inflación. Esta teoría explicaría los primeros instantes del universo -aquí cabe destacar que por "no hacer gran cosa" Alan Guth se refiere a obtener una plaza de profesor en la Universidad de Stanford-.

Así pues, las grandes mentes no tienen por qué haber sido las número uno de la clase en su etapa académica, aunque tampoco es usual que se trate de estudiantes pésimos. Buenos notas, sí, pero quizás no extraordinarias. Estas personas sí comparten, sin embargo, otras características: creatividad, curiosidad y tenacidad especiales, resume Wagensberg. Tenacidad y resistencia al fracaso es, por ejemplo, lo que demostró la científica israelí Ada E. Yonath, ganadora en el 2009, junto con otros dos investigadores, del premio Nobel de Química por descubrir el funcionamiento del ribosoma. Como explicaba la propia
Yonath hace unos días en una contra del periodista Lluís Amiguet (véase La Vanguardia del 4/VII/2012), sus colegas la tachaban de loca cuando ella explicaba lo que pretendía descubrir. "Otros mejores que tú lo han intentado y no lo han conseguido, ¿cómo vas a lograrlo tú?", venían a decirle. Pues sí, lo consiguió. El premio Nobel supuso el reconocimiento final a su trabajo y persistencia. Aunque este galardón no siempre reconoce a las mentes más brillantes. No hay más que mirar el caso de Arno Penzias y Robert Wilson, ganadores del Nobel de Física en 1978. Estos dos radioastrónomos hacían un experimento con una antena en la década de 1960, pero el aparato captaba un ruido de fondo que les molestaba. No sabían a qué se debía ni cómo deshacerse de él. Pidieron ayuda al científico Robert Dicke, de la Universidad de Princeton. Dicke identificó e interpretó ese ruido en un artículo científico: eran restos de la radiación de fondo dejada por el big bang. Aunque ni Penzias ni Wilson explicaron la naturaleza del ruido, recibieron el Nobel. Dicke se llevó palmaditas en la espalda, tal y como cuenta Bryson en Una pequeña historia...

Injusticias aparte, no hay que menospreciar la importancia de obtener buenas notas, señala Rolf Tarrach, rector de la Universidad de Luxemburgo y expresidente del CSIC. Tarrach forma parte desde hace años del comité de selección de las becas de La Caixa, que otorga ayudas a jóvenes brillantes para que se formen en el extranjero. Él es uno de los encargados de reconocer el talento entre los cientos de candidatos -en la pasada edición se presentaron 1.587 solicitudes para 124 plazas-. ¿Cómo identifica ese talento? "Las buenas notas son uno de los criterios para la preselección, se trata de la primera barrera", afirma. Un expediente académico excelente abre las puertas a programas educativos que acabarán por mejorar la formación de un estudiante. Ahora bien, una vez superada esa primera barrera, las buenas notas pasan a un segundo plano y se buscan otras cualidades. Tarrach valora por ejemplo el nivel de iniciativa del candidato, si se trata de una persona proactiva, si demuestra capacidad de aprender del fracaso y de sobreponerse a las derrotas, si está abierto a diferentes oportunidades pero mantiene un objetivo claro en la vida... "Todos estos aspectos indican que, muy probablemente, nos encontramos ante una persona brillante", dice Tarrach. Las compañías más potentes también han desarrollado técnicas para identificar a personas especialmente talentosas. Google cuenta con un proceso de selección que puede durar meses, o incluso más de un año, para dar con el trabajador más brillante y preparado, explica Marisa Toro, directora de asuntos públicos de Google España. El expediente académico es uno de los factores que tienen en cuenta, pero sobre todo se fijan en las cualidades que ha desarrollado una persona a lo largo de su vida y que acaban definiendo a alguien sobresaliente. "Buscamos a personas inteligentes, y no me refiero sólo a las notas que han sacado durante la carrera, sino a su capacidad para resolver situaciones y hacer deducciones; esto lo observamos durante las entrevistas de trabajo", dice Toro. "Capacidad para innovar, creatividad y pasión y energía son las otras características que más valoramos", añade.

Estas mentes creativas y especiales se desarrollan en ambientes que favorecen la conversación, señala Wagensberg. Este científico habla del método peripatético de Aristóteles, mediante el cual profesor y alumno dan largos paseos mientras conversan. "Así intercambian conocimientos, discuten y nacen nuevas ideas", sigue Wagensberg. Esta conversación que activa la mente es precisamente la que reivindicaba Jordi Llovet en su Adiós a la universidad. Wagensberg apunta además a un ambiente variado, donde la persona reciba estímulos y viva la realidad. "Lo que más estimula es la realidad misma", dice. Y por último, continúa Wagensberg, la mente creativa suele desarrollarse en contextos con escasa presencia de ideologías preconcebidas. Hay pocas cosas menos estimulantes que el pensamiento dogmático e inamovible. Conversación y contacto con la realidad, es decir, debate y salidas con los alumnos. Algo que la escuela y la universidad aún pueden potenciar mucho más. Las clases magistrales sin más no parecen ser el mejor método para despertar a una mente brillante. Aunque si se trata de una persona con una inteligencia extraordinaria, puede que estas trabas no le impidan alcanzar el éxito. Ahí está el ejemplo de Bill Gates o Steve Jobs. Ninguno de los dos acabó la universidad y ambos han revolucionado el mundo.


La Vanguardia
Vida| 17/07/2012 - 00:00h
Maite Gutiérrez Barcelona , Sara Sans Tarragona

lunes, 9 de julio de 2012

¡Me aburro! Seis consejos para combatirlo

¡Me aburro! Seis consejos para combatirlo



 “¡Mamá, me aburro!” En estos días de vacaciones de verano seguro que no tardarán en escuchar a su hijo o hija decirlo más de una vez. En esta entrada voy a abordar el tema y a tratar de daros unas pautas para afrontarlo.

Antes de empezar

Aburrirse… es bueno


Aunque no lo crean el hecho de que tus hijos se aburran es bueno. El aburrimiento es una situación “desagradable” y pone en marcha mecanismos para evitar esta situación. De esta forma estimula la creatividad y el ingenio para poder combatirlo.

Si directamente le solucionas el problema, estás eliminando esa parte positiva y estás coartando su creatividad e ingenio.

Por qué se aburren


Algunos papás y mamás os extrañáis de que se aburran a pesar de que tienen “de todo”. Generalmente los chicos tienen durante el curso un ritmo y horario muy rutinario y estructurado: ir al cole, comer, descanso, actividades extraescolares, deberes… En las vacaciones de verano hay más tiempo libre que rellenar y al principio, no saben cómo hacerlo.

En realidad es una situación muy similar a la que ocurre con las personas que se jubilan que cuando llevan un periodo en esa situación no saben qué hacer “con todo el tiempo del mundo”.

Seis consejos prácticos


1. No lo entretengas


Si tu hijo o hija te dice que se aburre… tiene un problema: no se lo soluciones, no lo entretengas. Él tendrá que aprender a gestionarse su tiempo libre, a rellenar ese tiempo. Para ello estimulará su creatividad para buscar una solución. El aburrimiento no es problema de los padres: es un problema del niño o niña, déjalo que lo solucione.

2. Ofrécele algunas posibilidades


Puedes proponerle algunas posibilidades de entretenimiento, para que él  eleja. Por ejemplo, la lectura, escribir historias, un diario, dibujar o pintar, las manualidades con diferentes materiales como escayola, arcilla, marquetería… la realización de puzzles más complejos, hacer abalorios, como collares, pulseras,  las construcciones, etc.

También le podéis enseñar y ofrecer diferentes espacios que haya disponibles en la localidad y que él pueda ser usuario, por ejemplo bibliotecas locales y otros centros culturales.

3. Facilítale disfrutar al aire libre


El verano es un tiempo para disfrutar al aire libre y hacer ejercicio. Si está dentro de tus posibilidades, facilítale esta alternativa: acudir a la piscina aunque sea unos días a la semana, salir con la bicicleta o el patinete, jugar en lugares seguros al exterior…

4. Encomiéndale tareas


También es adecuado que le encargues algunas tareas del hogar adecudas a sus posibilidades y edad. Es una forma de educarlos en la corresponsabilidad.

Desde ayudar en la limpieza de la casa, la vajilla, cuidado de las plantas o del  jardín, cuidado de mascotas, lavar el coche, hasta realizar algunas pequeñas “chapuzas” como pintar o similares. Siempre supervisados y que sean adecuadas a su edad.

5. Ponlo en relación con otros niños


Dependiendo de las posibilidades,  es muy conveniente ponerlo en relación con otros niños: sus amigos del colegio, primos o amigos del barrio. Compartir juegos e ideas con otros chicos también estimulará  su creatividad para combartir el aburrimiento.

6. Evita el monopolio de ciertas actividades


Por último, debes evitar que ciertas actividades monopolicen su tiempo libre, sobre todo aquellas más pasivas, como la televisión. No pasa nada porque dediquen más tiempo a la televisión o a los videojuegos del que dedican durante el curso, pero que no se conviertan en las únicas actividades de tiempo libre. Lo mejor es que dispongan de una variedad de actividades.

Esta entrada plantea una reflexión importante sobre la educación para el tiempo libre que hacemos en nuestra cultura. ¿Quién nos enseña a disfrutar del tiempo libre? Pero quizás sea una actividad muy “sesuda” para las altas temperaturas que vivimos en estos días.

En cualquier caso, espero que esos consejos os ayuden a combatir… el aburrimiento de vuestros hijos e hijas.

www.jesusjarque.com



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